Muchos creen que por el hecho de tener
un Dios Inigualable y Todo Poderoso
él es quién se encarga de echar fuera
a los gigantes de nuestra vida.
Esto causa frustración,
desesperación e impotencia al
ver lo que tanto anhelamos tan
cerca pero no en nuestras manos.
Nuestro Dios no es un Dios pasivo,
al contrario es un
Dios de batalla y conquista,
el cual promete respaldarnos
y sin duda su espíritu entregará
toda batalla en nuestras vidas,
pero somos nosotros quienes debemos echar
fuera los gigantes de la tierra prometida. Las cosecha en el Señor son las mejores, las más ricas y jugosas,
pero cuestan mucho.
No todos echan fuera los gigantes
que resguardan la tierra dónde fluye leche y miel,
más solamente los violentos que
han decidido creerle a Dios.
Es preferible morir a nuestra carne en el intento que
perder la vida en servidumbre
de aquello que temes.
Es preferible enfrentar a los
gigantes a pesar del miedo
que te carcome a pasar una vida en servidumbre
de aquellos que temes.
Es preferible entregar hasta el
último aliento en batalla a
perder aquello que te pertenece.
A nuestro Dios le interesa mucho más nuestra
trascendencia que nuestra comodidad,
por lo que si tu oración ha sido:
Dios echa fuera a los gigantes.
Y tienes ya tiempo sin recibir respuesta de lo alto,
hoy es tiempo de cambiarla por:
Dios Todo poderoso dame el coraje para echar fuera eso
que resguarda lo que me pertenece. En ti hay demasiado poder de parte de
Dios para conquistar la tierra prometida
pero solamente te darás cuenta
una vez que comiences a avanzar
y enfrentes a tus gigantes:
miedo, duda, inseguridad, resentimientos, culpas, pecado, etc. Una vez que lo hagas te sorprenderá ver el
verdadero tamaño de eso que llamabas
“gigante”, una vez que decidas avanzar y
echar fuera eso que te robaba
la vida en la tierra prometida, te darás
cuenta que era solamente una ilusión.
Pues aunque puede ladrar, no muerde porque
fue derrotado en la Cruz del calvario y todo
lo que puede comer es polvo. Te lo digo de nuevo, tu Dios es un Dios de batalla y conquista,
y le fascina el olor fragante
de sus hijos quemando sus
miedos para enfrentar a sus gigantes.
A Josué se le dijo
que se esforzara y fuera muy valiente (Josué 1:7),
cuando Ester intercedió para librar a su pueblo
de sus enemigos se promulgo un edicto para
darle al pueblo Judío “el derecho”
de pelear contra sus enemigos
(el rey no prohibió los ataques de sus enemigos más
les dio el derecho de defenderse, Ester 8:11) ,
en la reedificación de la muralla de Jerusalén todos
llevaban en su cintura
la espada para la defenderse
de sus enemigos mientras trabajaban en la obra de Dios
(Nehemías 4:17-18) ¿Ahora lo entiendes? ,
Dios no hará desaparecer a tus gigantes,
pero te utilizará para cortarles la cabeza.
Si estás decidido a echar fuera a los gigantes,
has conmigo esta oración:
“Padre Todopoderoso, hoy tengo
entendimiento que mi verdadera
identidad es conquistadora.
Te ruego que despiertes
en mí esa cualidad que me has dado para enfrentar eso
que está impidiendo que yo
disfrute lo que me pertenece.
Lléname de tu presencia,
y ayúdame a avanzar para ver
el justo tamaño de ese impedimento
y finalmente cortarle la cabeza.
Sé solamente tú mi fortaleza y
deposita en mí mayor determinación.
Todo esto en el nombre que es sobre todo nombre,
Cristo Jesús, amén.” “Solamente esfuérzate y sé muy valiente,
para cuidar de hacer conforme a toda
la ley que mi siervo Moisés te mandó;
no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra,
para que seas prosperado en
todas las cosas que emprendas.” Josué 1:7